miércoles, 1 de junio de 2016

La virtud mitológica de Marilyn en sus 90 años no cumplidos. Reaprovechamiento de entradas

Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero. (Quevedo)

Marilyn Monroe tuvo un cuerpo, una mirada y una voz, deseados, que volvieron locos a quienes se cruzaban en su camino, pero era porque a través de sus ojos se le clareaba la idea, la mejor idea que nadie nunca tuvo. Quienes compartieron su vida con ella fue porque estaban convencidos de que se acostaban con la idea hecha carne, una ocurrencia digna de las mejores mitologías, pero en los EEUU de hace 70 años. Lo malo fue que detrás de la idea había una mujer de carne y hueso. Su grandeza y su condena consistieron en haber unido como pocas veces antes la promesa de felicidad a un cuerpo vulnerable, haberla unido hasta el punto de que, viendo algunas de sus fotos,  no parece que puedan vivir una cosa sin la otra.
Después de muerta, la idea no quiso abandonar su recuerdo y siguió viviendo en decenas de recreacionesreliquiasencarnacionesfotos en blanco y negrofotos en colorleyendas hagiográficas

A DiMaggio, uno de sus maridos, las fotografías publicitarias  que resaltaban su sex appeal a menudo lo ofendían, y un momento memorable para Billy Wilder, que la dirigió en La tentación vive arriba, ocurrió cuando lo descubrió  entre la multitud reunida en la Avenida Lexington de Nueva York curioseando la escena en la que a Marilyn, de pie en una rejilla del metro para refrescarse, una repentina ráfaga de viento le levanta la falda muy arriba. “¿Qué demonios pasa aquí?”, oyeron que  exclamaba Di Maggio entre el gentío. Wilder se acordaba bien, “jamás olvidaré la cara de muerte que puso Joe”. (Talese, Gay, Retratos y encuentros, 2010, Alfaguara, p. 114).

Que el mito de Marilyn sigue vivo lo demuestra la frecuencia con la que la actriz, muerta en 1962, aparece en los periódicos de todo el mundo.  Los motivos de sus periódicas resurrecciones mediáticas son muy variados, nuevos documentos sobre su muerte, nuevas fotos, algunos chismes.
Hoy vuelve a las redes sociales porque habría cumplido 90 años. Pero lo que me interesa recordar es que hace cinco, rebrotó su personaje  porque el vestido que lucía en La tentación vive arriba, la película de 1955 dirigida por B. Wilder, había sido vendido en subasta por 4, 6 millones de dólares, una cifra nada desdeñable para lo que su anterior dueña, Debbie Reynolds definió como una prenda sencilla.

Marilyn con el vestido, en una foto del rodaje. La famosa escena en la que la actriz luce la prenda fue rodada dos veces, una en la Avenida Lexington de Manhattan, en la calle 52, que no sirvió para la versión definitiva y otra en estudio.

La famosa escena en la que Marilyn viste la prenda es una de las más conocidas de la historia del cine. Como en otros famosos momentazos de la actriz, se produce una mezcla de erotismo primario y turbadora candidez por parte de ella, convertida una especie de inocente nínfula madura que roza la insoportable estupidez.





La versión española de la escena:


La escena posee una virtud mitológica de gran potencia, pero traída a cuenta con una inusitada habilidad.
Zeus tuvo que transformarse en gotera dorada que se coló por el techo para seducir a Dafne, o en lluvia o polvo dorado, según otros. Aunque la tradición carpetovetónica asocia el noble metal a las innobles monedas, como si Zeus necesitara pagar para cumplir sus deseos.

En la escena de la película de Wilder la lasciva presencia divina cuenta con la ayuda del calor de la ciudad en verano y con el tipo de tela del vestido de Marilyn, tan vaporosa. Pero aquí, la lluvia de oro proviene del subsuelo, se ha convertido en una especie de hálito colectivo, refrescante (más delicious, si cabe, even cooler que la primera vez, dice ella al recibir la segunda ventolera), por contradictorio que pueda resultar. Mis recuerdos de la ventilación del metro de Madrid están asociados a aire templado, pero ya se sabe que todo es relativo y que cuando el calor aprieta hasta el peor ventilador se agradece. Seguramente, esta brisa hipohuracanada es una suerte de metáfora del deseo colectivo, del aliento cálido que viaja en los medios de transporte y a veces se nos deposita en el cogote, de la fuerza que viene de los barrios pobres, esos cuyos moradores se trasladan en metro al centro para ir al cine; una metáfora del deseo del espectador, mon semblable, mon frère.

     
- Didn't you love the picture? l did.
- But l just felt so sorry
for the creature at the end.
- Sorry? What, did you want him
to marry the girl?
- He was scary-looking,
but he wasn't really all bad.
- He just craved a little affection. A sense of being loved and needed and wanted.
- That's an interesting point of view.
- Do you feel the breeze
from the subway? lsn't it delicious?
- Sort of cools the ankles. What would be fun to do now?
-lt's getting pretty late.
-Is not that late.
-l have this big day tomorrow. l have to get to sleep. -- What's the big day?
- Tomorrow l'm on TV. l told you, The Dazzledent Hour.
- Oh, here comes another one…it’s been even cooler…
- Tell me, Dazzledent toothpaste, l don't think l ever triedit.                                                                                                                     
-You should. lt's excellent.Oh, yes, l use it myself.
-Then you do recommend it?
-Definitely. lt costs a little more, but   out of    oral hygienists
- You sound like a commercial. lf l believed commercials....
-You can believe this one.
-What's that you say? ''He'll never know. l stay kissing sweet the new Dazzledent way''?  No really.
-lt's true! l'll prove it to you…Well?
- My faith in the integrity of advertising is restored.
However, before l switch brands,l wanna make absolutely certain.

No hay comentarios:

Publicar un comentario