viernes, 29 de abril de 2016

Mientras dormimos (entradas resoñadas)


Durante la noche, mientras dormimos, recibimos visitas de las que a la mañana siguiente no queda rastro.  A veces, al despertar, pervive un regusto amargo en la boca o una sonrisa que no acaba de desdibujarse. Son las únicas señales que quedan de los ratos pasados con quienes hemos cometido asaltos a fruterías exóticas, corrido por playas lunares, volado en mesas camilla, ido al cine desnudos o toda esa serie de extravagancias que abundan en los sueños.
Quizá, los niños son aquellos cuyas agendas nocturnas están más llenas de citas. Tanto que acaban la noche agotados y, a menudo,  se resisten a cruzar la frontera del día, rechazan los ritos que hemos establecido para diferenciar el sueño de la vigilia, el desayuno, la ducha, las primeras noticias. Los niños se dejan las legañas puestas para seguir luchando con los monstruos nocturnos en un último asalto del combate interrumpido. Los adultos, con paso de nazareno, acudimos al trabajo, donde vemos a otros nazarenos que se ponen a trabajar con el carácter corroído. Menos mal que está facebook. Me gusta, me gusta, dice la pantalla, como dulces flechas que compensan el drama, flechas contra la piedra que baja la cuesta. Por otro lado, los que trabajamos de tarde, si nos quedamos en casa, dedicamos la mañana a recibir a cobradores, revisores de calderas, propagandistas, mendigos, o buscamos compañía en la radio, alargamos el desayuno. La niña de arriba, del 8º C de mi edificio, con la que comparto un vaso comunicante de sensaciones y a la que presto siempre oído  pertenece a esa tribu que me conmueve, dispuesta a todo con tal de no ir al cole. Su inútiles berridos de jata la dejan exhausta antes de empezar la faena, algo que ya debe saber, aunque se niega a asumir. No ahorra esfuerzos con tal de volver bajo las sábanas para seguir la fiesta o escapar de la pesadilla, según les haya ido por los territorios de la noche. No entiende bien que a los misterios de la oscuridad,  fraguados durante el día,  hay que ponerles coto al amanecer y dejarlos encerrados en la reserva de los sueños, no comprende que de día sólo duermen los monstruos nocturnos. 

(Fuente de la fotos, a traves de ebay)






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