miércoles, 13 de abril de 2016

Escenas de la vida privada de una persona no humana: tiempo libre, amistades, aficiones...

Persona humana, expresión que llevo oyendo desde hace un par de años, me lleva a pensar que en algún lugar de nuestra cultura está asentándose la idea de que existen personas no humanas. Con el tiempo, habrá que ir aclarando qué es lo que entendemos por tales. Con los grandes simios la cuestión está abierta, pero más allá de ellos y de los animales que en gran medida viven en libertad,  a quienes afecta la cuestión es a los animales de compañía, cuyo estatuto, como bien saben sus dueños, es de difícil definición. Sartre no se equivocaba, "la frecuentación demasiado cercana del hombre hace desdichado al animal doméstico. Pasa todo el tiempo observando a su dueño, para saber qué va a hacer con él. Cualquier cosa es un signo: toser, mirar el reloj, apagar el televisor. No hay gesto inocente. Cada minuto aporta su ración de angustia" (Grenier, Roger, La dificultad de ser perro, Alba editorial, 2001, trad. Juana Bignozzi, p. 48.). No es que eso humanice al bicho, pero sí que acentúa la conciencia nuestra de cercanía con él, nuestro intenso reconocimiento de su ser. Somos responsables de quien se nos entrega hasta tal punto: 
(Valéry, Paul, Cuadernos (1894-1945), Galaxia Gutemberg, 2007, p. 521. trad. de M. Privat, F. Sáinz y A. Sánchez Robayna)

El fallecido Eco, hace no mucho recordaba cómo Aristoteles, en la  Historia animalium, "dice che in molti animali vi sono tracce di qualità psichiche, per cui le bestie dimostrano gentilezza e coraggio, timidezza, timore e astuzia, e spesso qualcosa di simile alla sagacia". En fin, aunque no van por ahí los tiros, lo evidente es que son más nuestros semejantes que nuestros disimiles, aunque las diferencia sean abismales, para bien y para mal, claro. Lo cierto es que cada vez más, perros, gatos y algún otro de su cuerda son considerados familia... Y es que como recordaba también Eco que señalaba De Benedetti, en lo que resulta complicado creer es en la existencia del paraíso, no en el hecho de que una vez allí yo no pueda tener al lado a mi perro entre las flores. 











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