domingo, 24 de abril de 2016

Escatológica en los retratos de El Fayún expuestos en el CaixaForum de Zaragoza

Per tutti la morte ha uno sguardo (C. Pavese)

"Ni quienes encargaban los retratos ni quienes los pintaban pudieron jamás imaginar que los vería la posteridad. Eran imágenes destinadas a permanecer bajo tierra.
Ello significaba una relación especial entre el pintor y la persona que posaba. Esta no era todavía un modelo, y el pintor no era todavía un medio para alcanzar la gloria futura. Al contrario, los dos, ambos vivos en aquel momento, trabajaban juntos en la preparación para la muerte, una preparación que aseguraba la supervivencia. Pintar era dar nombre, y tener un nombre era una garantía de continuidad.
En otras palabras, al pintor de El Faiyum no se le llamaba para que hiciera un retrato, tal como lo entendemos hoy, sino para que plasmara a su cliente, hombre o mujer, mientras le miraba. Era quien se sometía a la mirada, más que el "modelo". No debemos considerar estas obras como retratos, sino como cuadros que representan la experiencia de que nos miren Flaviano, Isarous, Claudina..." (J. Berger)


Morir es quizá el verbo más intransitivo de cuantos se puedan imaginar. Se intenta ayudar a hacerlo, establecer normas que regulen nuestra propia despedida cuando todavía la intransitividad no lo ha invadido todo y podemos imaginar una acogedora zona de tránsito con sospechosa música de fondo. A menudo, también, imaginamos a la muerte como alguien que viene a buscarnos y que, quizá al final de ese largo pasillo de plataformas móviles que hemos atravesado en compañía de deudos, recuerdos, tirando de nuestro trineo rosebud, nos da el ultimo empujón. Nos mata la muerte, pero no morimos, ese es el sueño de algún suicida. Pero es mentira, morir es de una intransitividad desoladora, el mejor ejemplo de la crueldad de esos verbos que otras lenguas tienden a conjugarse en los tiempos compuestos con el auxiliar être, essere. Es cierto que a algunos los mata la historia, son ajusticiados o atropellados por un tanque, como el pobre desgraciado de La Piel (Malaparte), pero hasta ellos mueren, hasta en ellos los complementos del verbo desaparecen en algún instante. En el instante de la intransitividad somos, más que en ningún momento anterior, parte de la naturaleza, juguetes, bolsas de plástico llevadas por el cierzo. Nos ha estado engañando unos años -cuantos más mejor- hasta que manda a parar y nos recuerda el deber, recupera el testigo que nos había cedido para que nos creyéramos actores protagonistas. Jugamos a matarnos, a matar, a suicidarnos, a poner una pizca de vaselina transitiva al verbo, pero del último trago no somos nunca dueños. La bolsa de plástico cumple con la especie, aunque también se da cuenta de la fuerza del viento.

Llegan a Zaragoza tres de los retratos de El Fayún, tribu dispersa por los museos de todo el mundo que mira de frente a la muerte, aunque sepan que está dentro de ellos. Son retratos pues que más humanos no pueden ser, conciencia de uno mismo, de la propia vida y de que se acaba. Vendrá la muerte y tendrá mis ojos, parecen parafrasear a Pavese. Las galas que uno quiera llevar puestas son lo de menos, aunque aquí casi todos están bien vestidos, quizá porque eran miembros de una burguesía a la que le resultaba imposible desdeñar las apariencias.

Otros retratos de El Fayún que estuvieron expuestos hace años en Madrid:






La mirada franca de los fayunes,  en el justo límite entre la sorpresa, la curiosidad y el descaro, es una mirada que refleja al tiempo conciencia y olvido de si mismo, observación y confianza, fortaleza y resignación,  ideales de vida transmitidos en una íntima instantánea pictórica, en unos ojos que no se ocultan. La mirada franca de los fayunes es expresión no alienada de una conciencia viva, que no reflexiona sobre el propio fin, sino que lo asume, que no se hace neurótica frente al espejo. Estas tablas son una especie de antirretratos de Dorian Grey. Nos enseñan, frente a la ocultación de los ojos del protagonista, tan frecuente, por un motivo u otro, en la prensa actual, que lo que se apaga con nosotros es nuestra mirada, que el recuerdo de alguien es el recuerdo de su mirada.

Fuente de las siguientes imágenes:

 Foto: Francesco Cito

 Foto: Letizia Battaglia

Foto: Alex Maioli


Foto: Riccardo Venturi

3 comentarios:

  1. Con la "copla" de la plancha aún no he ido a verla.

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  2. La expo es mucho mejor de lo que yo me esperaba.
    Saludos

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  3. Acabo de ver las entradas antiguas, del 2012,coincidentes con esta entrada del blog.

    Saludos

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