jueves, 9 de enero de 2014

Muere J. M. Castellet. La reseña del segundo volumen de sus memorias.

imageReedito la reseña del segundo volumen de memorias de J. M. Castellet, muerto hoy, a los 82, en Barcelona.

TítuloSeductores, ilustrados y visionarios. Seis personajes en tiempos adversos Autor: Josep Maria Castellet Traducción: Rosa Alapont EditorialAnagrama ISBN: 978-84-339-7218-7 Páginas: 288 PVP: 19,50 € Publicación: Octubre de 2010

"La casa abierta, tan marinera que ni molesta que Carlos vaya vestido de capitán de altura. ¡Qué hijos tan grandes tienes, Yvonne, quién lo diría, sin verlos!" (Aub, Max, La gallina ciega)


Castellet, figura de gran relieve en el mundo cultural y editorial catalán e importante en el castellano, ofrece en su segundo libro de memorias un autorretrato que parte de su adolescencia hasta llegar a su madurez. Y lo hace a través de los perfiles de algunos de sus amigos, también del mundo cultural y editorial, aunque habría que añadir a esos dos adjetivos el adjetivo político, pues tanto Sacristán como Comín, protagonistas de estas memorias, jugaron un papel reseñable en la lucha estrictamente política antifranquista del momento.
Nos encontramos con una especie de autorretrato transversal que atraviesa los seis grandes capítulos dedicados a M. Sacristán, C. Barral, J. Fuster, G. Ferrater, A. Comín, T. Moix, amén de otros personajes que aparecen de soslayo, como Dámaso Alonso o S. Espriu. La unidad temática de fondo es fruto entonces de la acertada elección de los materiales significativos, de manera que resulta un retrato coherente de la trayectoria vital del escritor, proyectada y enriquecida en la mezcla con las claves vitales e históricas de los otros personajes retratados. En cierto sentido, Castellet se retrata retratando a otros, dibujando a un grupo. Cabe señalar, sin embargo, que, por momentos, se tiene la sensación de que la unidad formal de los capítulos está cosida con un hilo muy frágil. Las repeticiones y referencias sobrantes producen la sensación de que el volumen no fue trabajado como una obra unitaria.
Entre los puntos fuertes del libro se halla,  sin duda, el paisaje que se dibuja de la amarga encrucijada histórica que tocó vivir a los protagonistas en los mejores años de sus vidas. Todos ellos, en efecto, en medida muy desigual  -que va desde el estricto compromiso político de Sacristán o Comín, hasta el rechazo de franquismo a flor de piel por parte de Moix, pasando por la labor más directamente cultural, editorial o artística de Barral, Ferrater o Fuster- tuvieron que vérselas con la dictadura . Y la impresión predominante que se desprende es la de que la resistencia ruidosa que practicaron supuso para ellos una notable y molesta , aunque inexcusable, pérdida de tiempo y energía. Hay que ver a un Barral contrariado por los impedimentos constantes con que la administración torpedeó sus premios literarios, o a Castellet mismo prestándose a asistir a encuentros internacionales, si no de escaso, por lo menos sí de tangencial interés para él, o a Moix haciendo desaparecer las cartas de sus amantes ante la amenaza de un registro policial . A la larga, tantos esfuerzos y penalidades contribuyeron quizá al final del franquismo, pero queda patente en estas memorias cómo todos los personajes vivieron esa parte se sus vidas con una mezcla de entrega y resignación, como una obligación moral que, sin embargo, en mayor o menor medida, contrariaba sus gustos y aficiones y les restaba tiempo para dedicarlo a ellas. Además, como marco último de ello, Castellet da un tono clásico a sus reflexiones, ligándolas  a la irreversibilidad del tiempo y a lo que suele ser la vida de todos, una lucha entre el deber y el placer, entre los deseos y la realidad, el carácter y las circunstancias. En el paisaje de la sinrazón del franquismo de los años sesenta, a Castellet le hubiera gustado gozar de mayor serenidad y Sacristán confiesa, en un momento dado, su añoranza por una vida de retiro machadiano. Barral, como queda quizá patente en sus propias memorias, es otro caso, porque su desazón interna iba más allá y probablemente una vida dedicada a las letras por entero tampoco hubiese sido capaz de calmarla. Pero las zancadillas que puso el régimen a su labor editorial acentuaron ese disgusto por lo práctico, por la vida de empresa, por más cultural que fuera. Por cierto, resultan espléndidas, desde el punto de vista de la reconstrucción, las páginas dedicadas a los premios concedidos por la editorial que dirigía este homme à lettres contrariado. En el caso de Moix, el régimen franquista aparece más bien como un freno a su desarrollo personal, un desarrollo difícil  a causa de esa imaginación desbordante que hace que el escritor sea percibido por muchos como un exagerado inventor de sí mismo, un inventor que, en palabras de Pasolini, no tenía sexo, porque entre las piernas le colgaba una filmoteca y, cuando se las daba de cultivado, una biblioteca (p. 268). No es de extrañar que cuando ese paisaje era contemplado por sus ojos de escritor diera buenos frutos.
Y así, durante los largos años del franquismo, es como se desarrolló la fructífera amistad de este grupo unido por afinidades varias y desunido a veces por intereses espurios y por imperativos de la historia, una materia por la que Castellet, por cierto, dice estar poco interesado, quizá por exceso de ingesta.

miércoles, 8 de enero de 2014

Medio reedición de entrradas: Los dioses pop, Batman, Capitán América y demás morralla (según Agan Harahap) y sus antepasados (según los hermanos Marvellini).

¡Ah, los héroes de los tebeos! Nunca me cayeron bien del todo, chocaban con mi manía de entender las cosas en términos materialistas. Pero luego me di cuenta de que aquellos en los que me fiaba para entender la marcha de las cosas, para resolver las contradicciones, Marta Harnecker, Lefevre, Toni Negri o Althusser, jugaban en mi imaginación un papel de vanguardia semejante al que cumplían para otros el Capitán América, Batman o el Hombre chirimoya. A veces, incluso, en alguna noche feliz, fui capaz de pasar, casi sin solución de continuidad, de la tribu de los marxistas a la de los deleznables héroes hijos de la alienación y reflejo de los peores sueños del imperialismo americano. Me desperté y la pesadilla con Batman  acabó en el salón, a altas horas de la madrugada,  frente a la tele, oyendo incrédulo a G. Albiac  hablar con L. Alberto de Cuenca sobre el concepto militar del honor.  En fin, que en muchos casos, los héroes americanos han demostrado una coherencia que ha faltado a otros, pero ya se sabe que el tiempo mítico no se mide con el calendario y los ciclos incluyen periodos de reflujo. Ahí va una lista incompleta de héroes, con algún añadido a la que hizo Sisa en su hermosa canción, mezclando a personajes  del otro lado del océano con  británicos y  carpetovetónicos, todos ellos llamados a borrar la tristeza en una una casa llena de colores y perfumes: La Harnecker, el Negri, Luisito Althusser, Albiac, Savater, Blancaneus, en Pulgarcito, als tres porquets, al gos Snoopy i el seu secretari l’Emili i en Simbad, l’Ali Babà i Gulliver, Jaimito!, Donya Urraca!, en Carpanta i Barba-azul, Frankestein i l’home llop, el compte Dràcula i Tarzan,la mona Xita i Peter Pan, la senyoreta Marieta de l’ull viu amb un soldat, els Reis d’Orient, Papà Noël, el Pato Donald i Pascual, la Pepa maca i Superman, senyor King Kong, senyor Astèrix i Taxi Key, Roberto Alcázar i Pedrín, l’Home del sac i en Patufet, senyor Charlot i Obèlix,  Pinotxo, la Monyos, la dona que ven globus, la família Ulises, el capitán Trueno amb patinet, la fada bona i Ventafocs en Tom i Jerry, la Bruixa Calitxa, Bambi i Mobby Dick, i l’emperadriu Sissí. Mortadelo i Filemó i Guillem Brown i Guillem Tell la caputxeta vermelleta el llop ferotge, el caganer, Cocoliso i Popeie. Y si me apuran, el Cascos, el Aznar, el Zapatero el Rajoy y sus amigos, aunque a estos habría que darles de comer aparte, por cuestiones de protocolo, quiero decir.

Guerre Mondiali, l'intruso è un Supereroe1959 - Fidel Castro en Washington, según Hagan Harahap


showNextPhoto() showNextPhoto() Los antepasados de Batman, según los Hermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)


showNextPhoto()1941 - Heinrich Himmler en Minsk,  según Hagan Harahap


showNextPhoto() showNextPhoto() showNextPhoto()Los antepasados de Capitán América, según los Hermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)

  showNextPhoto()Popeye y Olivica, con cara de haba. Al fondo un antepasado de C. América, según los Hermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)


showNextPhoto()1944 – Soldados americanos en Cherburgo, en Normandía. El hombre araña, también conocido como la chirimoya, según Hagan Harahap


showNextPhoto() Antepasado de El hombre araña, también conocido como la camuesa, según losHermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)


Guerre Mondiali, l'intruso è un Supereroe1976 - La muerte di Mao Tse Tung, Pequín, según Hagan Harahap


Guerre Mondiali, l'intruso è un Supereroe1944 – Desembarco en Omaha, según Hagan Harahap


Guerre Mondiali, l'intruso è un Supereroe1968 – Saigón, según Hagan Harahap


Guerre Mondiali, l'intruso è un Supereroe1945 - Winston Churchill, F.D. Roosvelt y Josef Stalin en la Conferencia de Yalta, según Hagan Harahap


showNextPhoto() Il nonno di Batman, in posa nello scatto d'epoca showNextPhoto() Parientes, más o menos cercanos, de Darth Vader (born Anakin Skywalker), algunos ya residentes en la urbe y otros todavía habitantes de sus amados pueblos, según losHermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)


showNextPhoto()1941 – Moscú, , según Hagan Harahap. El Joker


showNextPhoto()Antepasados de J. Nicholson, según los Hermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)


showNextPhoto() Il nonno di Batman, in posa nello scatto d'epoca Il nonno di Batman, in posa nello scatto d'epocaOtros antepasados de héroes, más o menos vulgares, según los Hermanos Marvellini, Andrea y carlo (Copyright Foto Marvellini)