jueves, 24 de abril de 2014

Perros que esperan. Memoria sin recuerdos.

Alguien me dice que tienen memoria, pero carecen de recuerdos. Encerrados en una tierra donde ni siquiera habita el olvido, carecen de la maldición de las ortigas del pasado, que florecen una y otra vez como un gif trágico de drama griego. Yo, que confundo esas plantas malignas con frondosos árboles, que quisiera vivir a su sombra, con el rumor del río del presente a cierta distancia,  sé bien que el ayer está lleno de emboscadas.
Los perros tienen memoria, pero carecen del recuerdo, un vano anhelo de refugio que pica en cuanto lo tocas,  malo para la caricia, tan engañoso como seductor. Así, los perros se ahorran el lado salvaje del pasado.
Si cuando llegas a casa su alegría es incontenible, es porque carecen de recuerdos, porque solo tienen ideas fijas que reviven ante el estímulo. Si no, se pondrían a pensar. La última vez que estuvimos juntos, hace años, me emocionó tu labio que temblaba. Ya no sé dónde está esa boca, sepultada entre piedras, aunque me afane hasta el agotamiento en buscarla. Memoria que busca recuerdos.

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Esta última foto la hizo Ricardo Duerto

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