sábado, 25 de mayo de 2013

Algo pequeñito. Pet names. Apodos cariñosos contra la distancia. Pardo Bazán y R. Burton. Ejemplos de indiscreción



The Guardian  dedica un artículo a cómo llamaba Richard Burton a E. Taylor en sus cartas de amor durante  sus grandes periodus interruptus de enamoramiento: "Twit Twaddle", "my little Twitch",  "dear Scrupel-shrumpilstilskin", cosas difíciles de entender, pero que evocan la boquita de piñón del rudo Burton in love. Además, el diario añade unas reglas de buen uso para que al llamar cosa pequeñita a la pareja no aparezca un entrometido (periodista, amigo o pariente), de esos que los provenzales llamaban lauzengers, a estropear el momento.
En el  amor de lejos provenzal y en su equivalente actual al amante le basta un aroma involuntario, oír una voz parecida a la de la amada, encontrar un libro que se compartió, cualquier prenda medio mal hallada, todo lo más. Prefiere eso al teléfono, qué horror, a la videollamada, qué vulgaridad. O lejos o cerca, pero nada de (ham)burguesas soluciones intermedias
Sin embargo los amantes que se complacen en las distancias cortas, cuando, por la razón que sea, están distantes, llenan el espacio que les separa con palabritas. Por eso, las misivas están llenas de apodos cariñosos y son menos frecuentes en las conversaciones en carne y hueso, terreno abonado a para el gesto, cuando no las procacidades.
Una de las reglas de oro que establece The Guardian sobre el uso de los apodos cariñosos tiene que ver con la discreción:
Never, under any circumstances, commit a pet name to print. People will find it and think less of you, even years after you're dead.
En realidad, no creo que conocer los apodos pueda llevar a tener peor opinión sobre alguien (to think less of), porque habrá pocos no pecadores que puedan tirar la primera piedra. Si acaso, es de uno mismo de quien se podría tener peor opinión por entrar a cotillear en estos terrenos privados. Pero, en fin, ya que estamos metidos, démonos un buen baño en  la intimidad ajena, en este caso, a través de una foto de R. Burton y E Taylor que pertenece a una exposición sobre la indiscreción fotográfica. En realidad, no es el beso lo que da pudor mirar, sino esos pies emocionados de la actriz y el cuerpo maduro del actor, cuidadoso hasta el límite de la lesión lumbar Es el detalle lo que hace sentir la inconveniencia de la mirada del fotógrafo y la nuestra, aunque supongo que también es el bendito detalle lo que añade el morbo que excita al voyeur.




Marcello Geppetti - Elizabeth Taylor and Richard Burton. Foto actualmente expuesta en Exposed: Voyeurism, Surveillance and the Camera.Tate Modern, London May 28 - October 3,2010

Demos un paso atrás, cuando las fotos eran  rarísimas.

Así es como Doña Emilia Pardo Bazán entre 1889 y 1890 se dirigía a Benito Pérez Galdós, a la luz de un examen no exhaustivo de su correspondencia (37 cartas). Me salto algunas variantes:
querido amigo y maestro, amigo querido, amigo del alma, amigo mío del alma, cariño, caro,  mi amado, mi bien, mi ratón, ratoncito, ratonciño, ratonciño del alma, arrastradiño, diletto, vita ed anima mia, seductor, vita ed anima mia, mono, minino, felicidad mía, miquiño adorado, miquiño del alma, miquiño mío del alma, corazón, maestrillo, fachita, miquito amado, monín, mi dulce bien, nenito, almita, vidiña mona, alma mía, almita amada, miquito, miquiño tonto, Garganelli mío, pánfilo de mi corazón, mi ratonciño amado, fachiña amado, niño, nenito, mi amigo e inquilino eterno del consabido mío principal, querido de mi corazón, mi ratón querido, cariño mío, Malek-Adel, amado roedor mío y caro roedor literario.
gal
Claro que Doña Emilia también es generosa consigo misma en el jugueteo:
tu Porcia, peinetita,  Doña Opas, tu Suriña, ratona, tu rata, su amiga, su amiga verdadera, tu Borriquita.

Pardo Bazán, Emilia, Cartas a Benito Pérez Galdós (1889-1890). Prólogo y edición Carmen Bravo Villasante, Madrid, Ediciones Turner, 1978.


He aquí una de las cartas:
car
p., 123



Bueno, pues ahí va otro de los inútiles consejos de Tin Dowling en Guardian:



Never, under any circumstances, commit a pet name to print. People will find it and think less of you, even years after you're dead.



Qué sería de nosotros si tantos grandes escritores hubieran sido más avisados a la hora de dar rienda suelta a sus efusiones gráficas. Tendríamos que limitarnos a leer sus novelas (alguna que otra, llena de cartas, por cierto) y nos perderíamos la sensación que se tiene cuando por fin te enteras de cómo es alguien.

Pero, para acabar, confieso que no es la revelación de la intimidad buscada lo que a mí me da morboso pudor, sino la contemplación de otros detalles involuntarios, la inocencia de los cuerpos, cierta memoria infantil o arcana guardada en su interior, esos pies de la Taylor a los que me refería, porque los escasos restos de inconveniencia que quedan después de que Sálvame haya alterado las categorías dominantes, se esconden entre los pliegues de la biografía inconsciente del paparazzo que llevamos dentro.

Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (II)

 

Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (I)
Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (III)
Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (IV)

Viaje al sur de Francia. Fotos fuera de concurso (I)

Viaje al sur de Francia. Fotos fuera de concurso (II)

Publico una segunda tanda de fotos que participan en el concurso fotográfico convocado entre los alumnos de la E.O.I., 1 de Zaragoza que viajaron al sur de Francia entre los días 20 y 23 de abril de este año.

Sofía Millán:

Les rêves...Les rêves...

 

CarcassonneCarcassonne

 

Un tournesolUn tournesol

 

Sergio Gómez:

 

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viernes, 24 de mayo de 2013

Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (I)


Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (II) - Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (III) -Viaje al sur de Francia. Concurso fotográfico (IV) -Viaje al sur de Francia. Fotos fuera de concurso (I) -Viaje al sur de Francia. Fotos fuera de concurso (II) -Viaje al sur de Francia. Fotos fuera de concurso (III) -
Entre los días 20 y 23 de abril de este año, dos profesoras del Departamento de francés de nuestra escuela, Amalia Jarné y M. José Morte, organizaron un viaje en grupo al sur de Francia con alumnos de francés. Debió de ser un hermoso pequeño maratón de paisajes, arquitectura y museos. En tres días visitaron Toulouse, Saint-Bertrand-de-Comminges, Carcassonne y Albi.
Los tres primeros pueblos o ciudades suman en total doce estrellas sobre un máximo de doce de la Guía azul (Guides bleus, Hachette, Paris), una de las obras de referencia del turismo culto, que no se distingue, además, por regalar las condecoraciones. Una ciudad, un monumento, una ermita, etc., distinguida como las ciudades visitadas, equivale a algo “exceptionnel”. Dos estrellas equivalen a “très intéressant”, una, a “intéressant”, y un recuadro blanco, por último, a un mero “à voir”. El viaje podría haberse llamado, así, “Viaje al firmamento”. Si hubieran añadido Cordes al paquete, seguramente hubieran vuelto  a Zaragoza con síndrome de Stendhal.
Pero prefirieron no agotar la galaxia y dedicarse a hacer fotos para participar en el concurso que hemos organizado. Excluidos los acompañantes, cada uno de los alumnos podía presentar un máximo de tres fotos. Con ellas, una vez entregados los premios y a principios del curso escolar que viene, organizaremos una exposición en el parenondehelarte.
Publico en varias entradas las fotos presentadas a concurso y después alguna más con  fotos de un acompañante y otras que ha proporcionado uno de los concursantes, pero fuera de concurso . He aquí la primera tanda:
Carmen Jordán:
AlbiAlbi

Jardin des Plantes- ToulouseJardin des Plantes- Toulouse

La cathédrale Sainte Cécile-Albi (1)La cathédrale Sainte Cécile-Albi

Pilar Larroy Pastor:

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miércoles, 22 de mayo de 2013

La pequeña Pépée, chimpancé chez Ferré



- Il-y-a un abîme entre Pépée et les animaux, comme il-y-a un abîme antre nous et les animaux, quoi, l’abîme du raisonnement, quoi.
- Vous placez Pépée donc pratiquement comme un être qui raisonne, pense.
- Oui, mais c'est pas moi qui la place, c'est qu'elle raisonne, elle pense. On dit malin, n'est-ce pas?
- On dit malin, oui. 
- Moi, je dis que d'abitude on dit malin comme un singe, moi je dis qu'elle est malin, maline comme un homme...  (Léo Ferré)
                                         (Fuente de la imagen)

Leo en Libération una suerte de reseña de las memorias que Anne Butor, la hijastra de Léo Ferré, acaba de publicar con prólogo de Benoîte Groult. Recuerda en ellas  los años vividos con el cantautor francés.
Hacia 1960, Ferré vivía en el castillo de Pechrigal (Lot, Midi-Pyrénées) con Madeleine, su mujer de entonces, Baba, Charlotte, Titine (vacas), Arthur (toro), amén de unos cuantos san bernardos, numerosos corderos, ovejas, cabras, un pony, un búho y algunos chimpancés. Además, invitados a cenar, acudían todas las noches los perros de los alrededores, en busca de comida de mejor calidad que la que les ofrecían sus dueños. En fin, que como en la canción, no faltaba ninguno, pero nada excepcional si tenemos en cuenta el terreno disponible y el gusto laico franciscano de la pareja por los animales. En el vídeo al que pertenece la cita que figura al principio de la entrada, y que enlazo aquí, se pueden ver algunos de estos animales y a sus dueños junto a ellos.
Pero en esas, llegó un cachorro hembra de chimpancé, Pépée, y pronto mandó a parar. Férré la había conocido en 1961, cuando se la compro a un señor cuya advertencia resultó profética: "si ce n'est pas vous le patron , c'est elle".
Léo hablaba abiertamente de ella como de su hija, y Madelaine, en sus diálogos con la mona, se refería a él como papá. Nada excepcional, de nuevo. Comportamientos semejantes son relativamente frecuentes entre los propietarios de animales domésticos. La mona compartía mantel y mesa con la familia, con bastantes buenos modales, por cierto. También compartía con sus amos el vicio del tabaco y hasta daba fuego, como se aprecia en el vídeo citado, a los huéspedes. Además, le gustaba echar la siesta, y de noche, después de la tisana de rigor, se ponía el pijama para dormir en su cuarto. Ah, y no hacía ascos a  la tele, aunque prefería la inmediatez de la relación directa con las personas. Nada excepcional, quizá, de nuevo.
Una vez muerta, Ferré le dedicó una canción que da idea de la fuerza del vinculó que debió de crearse entre él y el animal. Al comparar las orejas de soplillo de Pépée con las del cantante Gainsbourg, Ferré alaba la falta de vergüenza de Pépée, que no necesitaba de scotch (ni celofán ni güisqui) para mantenerlas a raya de noche (T'avais les oreilles de Gainsbourg/Mais toi t'avais pas besoin de scotch/pour les replier la nuit). Es quizá una manera de evocar la ingenuidad del chimpancé, frente a la malicia del humano. Con el añadido, además, de que Pépée, como otros muchos mamíferos, poseía ese estatuto fronterizo entre el bicho, el niño y el humano adulto que hace posible que su dueño proyecte en ellos las virtudes del buen salvaje, el candor y espontaneidad, la fogosidad e la inconsciencia, la delicadeza de quien no está dotado para ella. No es difícil, por ejemplo, ver en un perro el brillo de una inteligencia que, sin embargo, al cabo, se deja eclipsar, en mayor o menos medida, por el instinto. Contemplar ese combate es un espectáculo del que algunas personas quedan prendadas, hasta el punto de que en los actos de desobediencia del animal ven aquello que no fueron capaces de hacer a causa de su cobardía o de una pacata valoración de riesgos. El animal se deja ir, presta oído a esa llamada de la selva que nosotros intentamos ignorar a menudo.
Pépée, entre tanto mimo, como había profetizado su anterior dueño, se había convertido en el amo de la casa. Fastidiaba a quien no le permitiera hacer lo que quería, mordía con saña al servicio y a la hija de Madelaine no le dejaba hacer los deberes. A veces, como un ángel terrible de los de las películas de Pasolini descubría la falsedad de la vida burguesa, poniendo al desnudo su vacuidad. Un día, durante la vista de un prefecto y señora, hace acto de presencia y tras servirse un buen pedazo de carne, quita las pulseras a la invitada, la pajarita y el reloj al marido y, a continuación, las pieles y el sostén a la misma a la que ya había dejado sin joyas. No se olvida, por cierto, del collar de madame, antes de ponerse a salvo de su ira. Una ira, que quizá le hubiese costado la enemistad de los Ferré, porque cualquiera que osase oponerse a su permisividad con el animal se arriesgaba a caer en desgracia. Pequeñita (1'20 cm de altura aprox), pero fuerte (como cinco o seis hombres), Pépée definitivamente ha creado una monarquía en casa anarquista. Ella es la princesa y el bufón. Sus enormes caninos, además, aumentan su poder de convicción. Gare au gorille!

Anne Butor, en un momento dado, deja el hogar para volver con su padre. Y hasta el mismísimo Léo, de  veleidades jainitas en su pasión animalista, no puede más. Abandona entonces el castillo de Lot para volver a París, poco después de que Pépée hubiera sufrido un accidente. No acabo de saber si se trata de una separación que presumía terapéutica, de un huida en toda de regla para comprar tabaco o de que tenía que atender a sus negocios. En cualquier caso, no volverá a verla viva y, además, terminará por separarse de Madelaine. Su último adiós será una hermosa y sentida canción de amor que recuerda las manazas de Pépée, su gran corazón, sus ojazos y su corta vida, que llegó hasta el día 7 de abril de 1968, el más cruel de los abriles. Mayo no cambio el mundo, tal vez era solo un brote agudo de conflicto generacional, pero hizo entrever unos ideales de vida que sin duda Pépée hubiera podido compartir. Eso sí, si antes hubiera pasado por la escuela de reeducación de un buen encantador de chimpancés.
En una entrevista en la que Ferré hablaba de las cosas de Pépée en el tono maravillado que solemos usar los dueños de animales para contar sus portentosas anécdotas, la entrevistadora le pregunta a bocajarro si ha querido a algún ser humano tanto como a Pépée. Él, emocionado, contesta: Me deja sorprendido...No lo sé:


Nada extraordinario, tal vez, aunque a K. Lorenz le hubiera parecido un auténtico despropósito.


Enlace a la canción de Ferré en la versión italiana.

Concierto de fin de curso del coro de la E.O.I.

 

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Programa:

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Hipertrofia. Futura torre de control pedagógico

 

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domingo, 19 de mayo de 2013

Apariciones/pilladas

Las apariciones de las celebridades del mundo del espectáculo en el mundo globalizado de la información dejaron de ser el equivalente de las apariciones de los seres divinos en la civilización predigital. A fuerza de insistir, los dioses menores desgastaron el efecto que producía  su visión durante unos instantes en los mortales. A veces, sin embargo, ese efecto milagroso se renueva a través de fotos de la infancia virgen de los héroes, o de los testimonios de sus pasadas reencarnaciones, cuando fueron simples mortales que trabajaban, qué se yo, en una cafetería o asistían a reuniones vecinales.

El verdadero relevo de las apariciones milagrosas lo han tomado la pilladas, esas fotos en las que a un famoso de primer orden, habiéndose confabulado otros dioses en su contra y a veces con cierta negligencia por parte de la deidad misma que es pillada, se le ve o se adivina algo de ese cuerpo que los demás mortales intuimos distinto del nuestro. Por fin, vemos la verdad, lo otro, eso que renueva los sueños y los deseos del primer día de la creación.

Eva Longoria acaba de ser víctima en Cannes de su modisto, la lluvia, los tacones, el bolso de fiesta, los guardaespaldas…, demasiado, hasta para una diva. Lástima que los media, como hacía la iglesia a la hora de gestionar las apariciones milagrosas, se lo queden para ellos solos.

(Fuente de la imagen)Eva Longoria senza mutande sul Red Carpet di CannesEnlace a una galería de imágenes de mayor tamaño

“Dicen que no nos queremos…”

 

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