lunes, 25 de noviembre de 2013

El Prado, discreta pero intensamente intervenido. Historias Naturales (Un proyecto de Miguel Ángel Blanco).

Dichosos aquellos que como Calatrava en Venecia o M. Ángel Blanco en El Prado tienen el privilegio de intervenir en los santuarios de la belleza, casi intacta desde hace  mucho y quizá, por ello, algo amojamada. Que la mochila de la responsabilidad no los abrume hasta empequeñecerlos ante la magnitud de la empresa. Que el sentido común les haga pensar en quienes disfrutarán o criticarán su trabajo.

Al arte de intervenir, sobre todo cuando de pastiches poco costosos se trata, parecen haberse sumado las más grandes instituciones culturales. A la fuerza ahorca la crisis y con un poco de buen gusto y la colaboración de parientes más o menos cercanos se pueden ir capeando las estrecheces presupuestarias. Buena prueba de ello fue la exposición La belleza encerrada, recién clausurada. En ese mismo tono de aprovechamiento de  recursos adormecidos se presentan las Historias Naturales (Un proyecto de Miguel Ángel Blanco). Sobra quizá el plano con las indicaciones de las obras que han sido intervenidas. Mejor, quizá, hubiera sido la sorpresa, la duda sobre cuántas cosas te habías perdido, la desazón que produce pensar que quizá puedes haber estado cerca, a unos pasos de un momento feliz poesía o de una desilusión, que de todo hay.

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