lunes, 23 de septiembre de 2013

Citas cruzadas o crucificadas

“Si le pregunto a mi propia experiencia, el objeto visible más insólito que dominaba la segunda mitad del siglo XX en España, era el crucifijo y la galaxia de signos menores a él añadidos… El crucifijo no era tan sólo la representación de una ejecución, la estremecedora estampa de un hombre inocente ajusticiado por el poder político y la razón de Estado, imagen turbadora que durante quince siglos dominó la visibilidad occidental. El crucifijo era, también, el símbolo de una opresión que se cernía sobre nosotros con un colosal aparato de ejecutores, funcionarios, técnicos, intelectuales, medios de difusión, turiferarios y enemigos” (Félix de Azúa en El boomerang)

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Echo un vistazo al trastero de mi casa materna y me asalta el pasado de una generación o generación y media anterior a la mía. Fotos en blanco y negro de un hermano vestido casi de negro, con una camisa y unos pantalones cortos de sabor perifalangista, recuerdos del 39, año de la maldita victoria:image

;o viejas postales del día de la madre: image

Pero sobre todo, para mi sorpresa, en esa casa en la que nunca se fue a misa ni a colegios de curas, aparece un crucifijo, ese objeto que en mi generación ya no era omnipresente:

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Yo viví, sí, en mi infancia, años bajo Franco, pero aquella era ya solo una dictadura que empezaba a dejar de aparentar hasta la fe en Cristo, un dictadura menos ideologizada que la de mis hermanos mayores. Salvo coletazos de crueldad y cutrerío, entre las islas de libertad que no podía controlar del todo y el capitalismo homogeneizador de usos y costumbres, a veces se te olvidaba que vivías bajo un régimen proveniente del nacionalcatolicismo, dicho sea lo de nacional con parte del sabor que tuvo para Hitler o Mussolini. Por eso, cuando veo el crucifijo, no me cae encima un cubo lleno de agua sucia y hasta podría guardarlo entre mis recuerdos del pasado o, convenientemente intervenido, recolocarlo en algún sitio, aunque desde luego no en la pared. No fue el pan de cada día de mi niñez, pero tuve ración más que suficiente de aquel catolicismo oficial.

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