martes, 5 de junio de 2012

El grito de Tarzán, marca de la casa. Muere Sergio Tedesco, el doblador italiano de J. Weissmüller

Los personajes de la narrativa popular suelen tener algún gesto que les caracteriza. A veces, en lugar de un gesto es un ruido o un movimiento, una muletilla que repiten. En otras ocasiones, son los autores cultos quienes atribuyen esos tics a sus personajes para darles más intensidad, como quien se figura a un marinero con tatuajes. También hay gestos cultos entre los personajes de media cultura, como Pepe Carvalho, que quemaba un libro en su chimenea en cuanto podía. Lo que pasa es que, en casos como ese, se nota demasiado la mano del autor en los detalles, o sea, en los autores destinados a la pira. Por cierto, qué bien hizo en quemar Tress horas en el mu seo de El Padro, de E. Dors, porque parecen trece.
Pasarse el  dedo por los labios, levantar la ceja, mover las orejas, cojear cuando llueve, estirar el dedo meñique, poner voz aflautada cuando la cosa se pone difícil, jurar por todos los dioses, fumar de ciertas maneras, y, en el caso de Tarzán, pegar un grito de llamada cuando se encuentra en dificultad, cuando viene el lobo, por así decirlo, pero no en vano, como el pastor del cuento. Un grito inarticulado y bastante largo que hace que el resto de los animales acuda en su ayuda y que fue su marca distintiva durante muchos años, hasta que el personaje murió por razones que no alcanzo a entender, quizá porque los remakes del héroe no han sido demasiado afortunados, o quizá por alguna razón que se me escapa y que hace que su personaje no esté a la altura o bajura de los tiempos. Se dice que Weismüller murió en una residencia para ancianos en la que no paraba de gritar sin ton ni son, pero se dice también que murió con poca voz, entre otras cosas por una traqueotomía a la que había sido sometido
Sergio Tedesco, el actor y tenor que doblaba en italiano a J. Weissmüller, el Tarzán más popular de todos, ha muerto recientemente. Van quedando pocos de aquellos dobladores del cine clásico. Vaya en su recuerdo el grito:



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