miércoles, 21 de diciembre de 2011

Savater, pildoras de consuelo.

 

…el periódico de ayer ya se quedó viejo pero Homero siempre es joven.

Ciertamente la afición a la lectura no es garantía de habilidad en la gestión de la cosa pública ni de tino para afrontar las crisis más urgentes. Y sin embargo, carecer de interés por los contenidos que atesora nuestra tradición intelectual tampoco es precisamente un buen síntoma. (El País, F. Savater)

Otro tanto cabría decir seguramente de la vida privada. A quien le gusta, la  lectura le garantiza diversión, entretenimiento, sufrimiento, dolor y gozo, pero dudo que siente las bases de la sabiduría, entendida como una gestión ecuánime y fructífera de la vida. Si acaso, en quienes llevan la sabiduría en la sangre, la lectura pule las asperezas, da profundidad a los planteamientos, crea resonancias, establece puentes. Pero eso es otra cosa. Sin embargo, es evidente que muchos de los grandes sabios unían conocimiento y acción, porque la acción sola a menudo acaba en disparate y, por otro lado, nadie tan patético como quien sabe todo y no conoce nada.

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