sábado, 5 de noviembre de 2011

Fotógrafos de medianoche: Carlo d’Alessio, Andrés Gaspar, Raúl Muñoz. Mezzanotte-Medianoche magna, desde el día 11 de noviembre en C/ María Lostal, 26

La medianoche tiene poco de media, aunque bastante de noche. Señala quizá la frontera entre la actividad y el descanso, el punto a partir del cual la rutina cotidiana va terminando y empiezan la fiesta, los bostezos o esa zona de incierto confín que es el insomnio.

En castellano, no he vuelto a oír el término mediodía desde que las radios dejaron de dar el ángelus, hace ya demasiados años como para que mi recuerdo esté tan vivo: “Es mediodía, la hora del ángelus”. Mediodía, las doce en punto, y hora del ángelus permanecen tan unidos en mí como las cinco y la hora del té, para otros. Pero medianoche es una palabra que me resulta incómoda, difícil de definir, porque más que a una hora precisa me remite a un periodo flexible de tiempo difícil de gestionar. Si lo alargo no sé dónde va a terminar ni cómo va a encajar con las restantes horas de sueño y con el temido día siguiente. Si lo abrevio y cierro la pestaña inmediatamente me zampo un dulce trozo de jornada, tan proclive a la ensoñación.

Consulto la palabra medianoche en el diccionario Seco, Andrés, Ramos y encuentro dos acepciones: 1. Hora en la que el Sol está en el punto opuesto al de mediodía. b) Parte central de la noche.

La segunda acepción (Parte central...) va seguida de un curioso ejemplo de uso, que remite al carácter huidizo del término. De hecho, en la cita la medianoche brilla por su ausencia (Seco, 1999, p.3012):

b) Parte centra de la noche. L. Monje ABC 3.2.74, 41: "Guadalajara ha tributado esta tarde un emotivo homenaje a la memoria del que fue su cronista oficial, el ilustre poeta y autor teatral, José Antonio Ochaíta, fallecido el pasado verano dramáticamente cuando actuaba en un recital"

El curioso error encaja bien con la medianoche entendida como una nebulosa de trayectorias, cuyo norte suele conducir a la cama. Desde allí, con la oreja sobre la almohada, oigo los escasos ruidos de la ciudad que esta exposición retrata. Una Zaragoza que no conozco bien, iluminada por extrañas luces que, como las de la foto del cartel anunciador, parecen esconder mensajes captados por un objetivo a mitad de camino entre lo documental y lo poético. El día 11, día de la inauguración, ansío descubrir que la noche maña susurra, pero que las fotos no desvelan del todo el significado de sus secretos, sino que retratan la zona en que palpita lo poético, luz fugaz en la penumbra del misterio. Volveré pronto a casa para recordar las imágenes a oscuras.Tarjeta Expo 11-2011

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