miércoles, 6 de octubre de 2010

Tres tristes tópicos de Tolstoi. Cruce de citas y una anécdota.

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Tolstoi, León, Guerra y paz, Alianza Editorial, 2008, p. 925.

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Critchley, Simon, Sobre el humor, quálea editorial, 2010, p., 93-95. Trad. Antonio Lastra.

El sábado discutí con un medio amigo porque se puso a decir que si los moros eran tal y que si eran cual. Todo porque unos argelinos le habían hecho una jugarreta con el pago de un alquiler. Le dije que no podía generalizar a partir de un solo caso. Pero entonces la situación empeoró, porque otros de los presentes empezaron a traer a colación (a cena, en realidad) más y más ejemplos. A mí todo lo que contaban me sonaba a cosas ya oídas de maños, madrileños, asturianos y gentes de otras regiones. El ambiente se calentó tanto que al final le dije que lo que pasaba es que a mí no me interesan ese tipo de generalizaciones, esa manera de enfrentarse a la realidad, y que me parecía que sus afirmaciones decían más de él mismo que de que de las personas que pretendía retratar. Además, añadí que en ciertos ambientes sería considerado, por sus conocimientos y por su forma de producirse, como un auténtico patán. Hasta quizá esos mismos moros podrían considerarle un zafio. Ah, y también le dije que seguramente a la misma hora en que nosotros estábamos reunidos, en la misma ciudad, podía haber un grupo de personas de las que él malhablaba contando fechorías, pongamos por caso, de patrones españolísimos. En fin, que no sé cómo acabamos la velada siendo todavía medio amigos.

¿Serán los chistes sobre extranjeros lo que produce corrientes de pensamiento que a mí me resultan tan falsas y pobretonas de contenido; será la realidad, vista parcialmente, la que produce los chistes; o será que para relativizar tendencias suavemente racistas que están a menudo muy enraizadas en nuestro pensamiento debemos estar bien despiertos ante lo que nuestras propias cabezas tienden a pensar?

Yo creo que solo siendo conscientes de la falsedad de los tópicos, de cuánto son racistas algunos chistes étnicos, podemos disfrutarlos, eso sí, como un juego lingüístico, como metachistes que al hacernos reír deben hacer también que nos riamos de nosotros mismos, que se nos hiele un poco la sonrisa ante ciertas cosas que se nos ocurren. Si el chiste sublima sentimientos reprimidos que en él hallan vía de escape, un análisis crítico (crítico-humorístico, a poder ser) puede devolvernos una imagen de nosotros mismos que nos ayude a mejorar, siempre que estemos dispuestos a aceptar nuestras debilidades, a reconocer como tópicos nuestros propios tópicos.

4 comentarios:

  1. " Yo creo que solo siendo conscientes de la falsedad de los tópicos, de cuánto son racistas algunos chistes étnicos, podemos disfrutarlos, eso sí, como un juego lingüístico, como metachistes que al hacernos reír deben hacer también que nos riamos de nosotros mismos, que se nos hiele un poco la sonrisa ante ciertas cosas que se nos ocurren. Si el chiste sublima sentimientos reprimidos que en él hallan vía de escape, un análisis crítico (crítico-humorístico, a poder ser) puede devolvernos una imagen de nosotros mismos que nos ayude a mejorar, siempre que estemos dispuestos a aceptar nuestras debilidades, a reconocer como tópicos nuestros propios tópicos."

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    Interesante reflexión.

    Desde luego prefiero unos cuantos de esos chistes "catárticos" y no una corrección política (y lingüistica) que enmascare una personalidad cavernícola...

    Saludos

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  2. Yo no los veo tan catárticos, sino más bien sintomáticos de ideas irracionales de las que son una espita tolerable. Pero si están bien contados, creando la expectación necesaria y abunda el ingenio, son pequeñas piezas retóricas de gran valor y perverso contenido. Quién sabe, sin embargo, hasta donde llegarían las tensiones si las pequeñas incorrecciones fueran del todo proscritas. Seguramente aparecerían otros alivios. Yo no creo que las malas pasiones, las ideas racistas y cosas semejantes vayan a desaparecer nunca, ni siquiera en el mundo ideal carente de explotación, pero sí que creo en el desarrollo de corrientes autocríticas.
    En cuanto a la llamada corrección política, pues si es de tipo pretencioso con puntas de cursilería no hay nada más penoso. La corrección linguística, si por ella se entiende buen manejo de la lengua, que no tiene por qué coincidir con adecuación a la norma, yo la agradezco. La refiero a salidas de tono Celinianas como la de Reverte. Y no porque no tenga parte de razón sino más bien porque no puedo dejar de imaginarme cómo es el emisor y desatiendo el contenido de lo que dice. Y del emisor en este caso me hago una pobre imagen amachotada. Lo de los "gimoteos" no me gusta un pelo.
    Saludos y gracias por el comentario.
    Hasta pronto.
    J. Brox

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  3. Sí, seguramente tengas razón y sean una "espita" más o menos tolerable.

    No puedo dejar de pensar que tras una corrección política exquisita se enconden a menudo ideas tan irracionales o más que las que puedan existir tras esos "chistes perversos". Muy frecuentemente lo más fuertemente( e irracionalmente) enraizado en nosotros es lo que menos se nombra o lo que más se disfraza(la palabra también puede ser un "barniz"...)

    Bueno, me dejas pensando en tantas cosas...eso es de agradecer.

    Saludos y hasta pronto!

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  4. Es que hay una incorrección crítica con las convenciones y una incorrección estúpida, meramente formal, como la de Dragó -que, por otro lado, hace o hacía unos programas culturales estupendos. Lo digo, no tanto por lo que hiciera o dejara de hacer, como por el tono en el que lo cuenta. También hay una corrección que no desdeño., la del no rehuye el fondo de las cosas, pero acepta un tono, una compostura que nada tiene que ver con el empalago de otros. Pero más que corrección política es mediocridad. Debe ser en el fondo que el concepto de "corrección política" entro en mi vocabulario muy tarde y no acabo de saber qué es lo que quiero decir cuando lo uso.
    Saludos

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