viernes, 27 de noviembre de 2009

Rincón de las versiones (12). Hozando en el kitsch. Con el gusto y el corazón partíos. Venditti y Bertín, tanto monta monta tanto, o casi.

Utilizo el término kitsch en el sentido de que la canción me resulta de muy dudoso gusto, casi diría de  empalagosa vulgaridad y, al tiempo, pretenciosa. También, en el sentido de que sobreutiliza  elementos de tradición culta recontextualizados en un dulzón cocktail vulgarizante.

Corría el año 1980 y algo. Yo vivía en Italia con un modesto sueldo. Había comprado un radiocasete y escuchaba las emisoras radiofórmula, en concreto un programa parecido a los cuarenta principales. De repente, oí una melodía que agradó a mi mal gusto musical, se me pegó y no había manera de que me soltara. La canción era mala, fea y sentimental, pero yo me recreaba en mi degradación, porque había leído aquella famosa cita de Proust: “Su lugar, nulo en la historia del arte, es inmenso en la historia sentimental de la sociedad. El respeto, por no decir la devoción, hacia la mala música no es solo una forma de lo que se podría llamar caridad o escepticismo del gusto, sino que también significa conciencia de su importancia social. Cuántas melodías sin ningún valor para el artista son las confidentes que escogen los enamorados…”. Moralmente, las consideraciones de Proust me aliviaban, pero creo que, aún sin ellas, habría llevado por doquier la canción aquel invierno como una bufanda de falso cachemir en torno al cuello. Entre sus virtudes, además, estaba la de poder ser interpretada fácilmente con un sesgo procaz, que es al que me agarraba cuando ya había agotado todos sus escasos matices. Para confirmar mi interpretación, he buscado en youtube y he encontrado al cabo de pocos minutos un par de versiones de elevado tono procaz. No doy los enlaces, porque no debo, pero el lector interesado, si es que de verdad lo está, no tardará mucho en encontrar las páginas.

La letra habla de la necesidad que tiene alguien de encontrar un amigo para sofocar el dolor que le ha producido un desengaño amoroso. Se trata de mucho desengaño y además muy amoroso, al menos por cómo lo presenta la voz cantante. Dan ganas de decirle, “anda ya”, que tú no sabes nada de amor, porque si no fuera así, no solo no serías capaz de olvidar, sino que nisiquiera querrías desprenderte del dolor de tu herida. Supongo que para que el oyente se crea más la intensidad del sentimiento han escogido un amigo como pañuelo de lágrimas ideal. Si hubieran optado por una amiga, la cosa habría podido parecer cercana a la teoría de “un clavo quita otro clavo”, que es exactamente lo que transmite la versión de Bertín, donde el añorado amigo necesario se ha convertido en una amiga. Comprueben ustedes mismos:

Y es que seguramente, al adaptarla, alguien se dio cuenta de una ligera aunque posible lectura homoerótica (homosexualidad reactiva por desilusión, que diría algún noble psicólogo asesor de programas del corazón) y prefirió que no quedaran dudas al respecto. Del tono de desesperación humanamente cursi de la versión italiana hemos pasado al síndrome “sacatuminao”, en términos protoalmodovarianos.

Hete aquí el original de Venditti. Por cierto, quizá uno de los orígenes de “co” esté en cómo pronuncia la sílaba  ”-co”, verdadero leit motive de la canción:

Stare insieme a te
è stata una partita
va bene hai vinto tu,
e tutto il resto è vita
ma se penso che l'amore
è darsi tutto dal profondo
in questa nostra storia sono io che vado a fondo. Ci vorrebbe un amico
per poterti dimenticare, ci vorrebbe un amico per dimenticare il male
ci vorrebbe un amico qui per sempre al mio fianco
ci vorrebbe un amico nel dolore e nel rimpianto
Amore amore illogico, amore disperato
lo vedi sto piangendo ma io ti ho perdonato
E se amor che a nullo amato amore amore mio perdona
in questa notte fredda mi basta una parola. Ci vorrebbe un amico
per poterti dimenticare, ci vorrebbe un amico per dimenticare il male
ci vorrebbe un amico qui per sempre al mio fianco
ci vorrebbe un amico nel dolore e nel rimpianto
Ci vorrebbe un amico per poterti dimenticare
ci vorrebbe un amico per dimenticare tutto il male
Ci vorrebbe un amico qui per sempre al mio fianco
ci vorrebbe un amico nel dolore e nel rimpianto
Vivere con te è stata una partita
il gioco è stato duro comunque sia finita
ma sarà la notte magica o forse l'emozione
io mi ritrovo solo davanti al tuo portone. Ci vorrebbe un amico
per poterti dimenticare ci vorrebbe un amico per dimenticare il male
ci vorrebbe un amico qui per sempre al mio fianco
ci vorrebbe un amico nel dolore e nel rimpianto (bis y hasta tris)

El Dante sonriente de pies de barro en los baldosines del baño que se ve en el video se explica por la presencia parcial en el texto de la canción de  un verso suyo (en rojo en la transcripción) perteneciente al Canto V del Infierno, quizá el más conocido de toda la obra. Describe un infierno de enamorados que no pueden parar quietos, porque el cierzo de la pasión les arrastra constantemente. Así, hasta la eternidad, por haber pecado. El verso original reza Amor, ch´a nullo amato amar perdona (Amor, que a nadie amado amar perdona, en traducción de Ángel Crespo). Durante muchos años, en las escuelas italianas este entero canto se aprendía de memoria. Supongo que los usos habrán cambiado. Las referencias al texto en la gran tradición poética son innumerables. Me vienen a la cabeza Elliot y Pound, dos de sus ínclitos lectores, fascistón donde los haya el segundo de ellos, por muy otra parte. En el canto se encuentra una de las grandes aliteraciones del canon occidental: la bocca mi baciò tutto tremante (la boca me besó todo anhelante, A. Crespo), tan frecuente en los manuales italianos como el  un no sé qué que quedan balbuciendo castellano. El tono kitsch queda, así suavizado, en la medida en la que este canto del Infierno se ha popularizado. Pero el kitsch de los baldosines es de máxima intensidad. Y este punto vuelve a llevarme al fondo de la cuestión, mi gusto escindido, uno de cuyos ramales va hacia lo hortera, una querencia  que tan pronto asumo y celebro como repudio. Invito a quien comparta esta indefinición mía a un pequeño ritual, consistente en cantar mañana, que es domingo 28 de noviembre de 2009, esta canción Karaokada, gracias al siguiente video. Será una entrada triunfal en el armario del delicioso mal gusto:

“El pueblo, la  burguesía, el ejercito, la aristocracia (…) tiene los mismos invisibles mensajeros para el amor, los mismos queridos confidentes, los malos músicos… Un cuaderno de malas canciones debe conmovernos como un cementerio o una aldea. Qué importa que las casas carezcan de estilo, que las tumbas estén cubiertas de inscripciones y adornos de pésimo gusto. De ese polvo, para una imaginación lo suficientemente respetuosa como para silenciar por un instante sus prejuicios estéticos, puede surgir todavía una nube de almas que llevan aún en la boca el verde sueño que les hacía intuir el otro mundo y gozar o sufrir en este” (M. Proust)

2 comentarios:

  1. Te superas cada día, Melmoth. Realmente vomitiva la cosa. ¡Qué mal lo debiste pasar aquel invierno italiano!

    ResponderEliminar
  2. Para mí "Bertín" siempre será un compañero de trabajo que tuve cuando trabajaba de camarera en una cafetería. Por entonces, el Osborne todavía andaba dando mal con su bel canto, y mi compañero era su fan número 1, de ahí su apelativo. ¡Imaginátelo! ¡Todo un poema!

    ResponderEliminar