jueves, 12 de noviembre de 2009

Battisti, mi hermano, mi semejante

Visitante, si quieres no más oír una hermosa canción de amor, con una dulce melodía, dale al play. Pero si quieres darte un garbeo  antes de llegar a ella, sígueme, no de la mano, que tardaría demasiado en acabar el texto, pero si con tus ojos,  tan hermosos seguramente como la canción. En cualquier momento, puedes coger un taxi que te lleve derecho al play ,  sabré comprender que me dejes. No te querré como a quien me acompañe todo el rato, pero, sí, no te preocupes,  te pago la carrera si me esperas en la canción. Si no te vas y me pongo muy pesado, métete, por ejemplo, en tu cocina y tómate algo. Cuando vuelvas me encontrarás, yo ya habré recorrido otro buen trecho. No te acordarás de dónde me dejaste, pero intentaré no dirigirte más de un mirada de reproche. Por último, déjame que te diga, antes de partir, toda la verdad. No conozco  bien el camino. Esta mañana he estado intentando reconstruirlo, pero los vaivenes del Circular 1 me han hecho dibujar un mapa que más parecía un dibujo infantil. Al llegar a casa he visto que entre tanta línea se intuía un seis y un cuatro, la cara de mi retrato. Quizá nos acabemos perdiendo, llevo un gps con la voz de Bob Dylan, (http://www.hoytecnologia.com/noticias/Dylan-nueva/126832 ), pero qué dulce será naufragar juntos en una ciudad sin mar.

La canción no dura más de dos minutos. Battisti y Mogol, sus compositores, sin embargo, debieron intuir que habían dado con vísceras de la mejor calidad, porque afinaron en extremo la pluma. Leo que compusieron la canción en un cuartillo de hora, mientras uno conducía y el otro hacía un damero maldito en el asiento de al lado. Quien sabe. Lo cierto es que con pocas pinceladas cortas,  consiguieron dibujar  una compleja situación de forma suficientemente matizada. Aún así, se quedaron cortos para los estándares al uso. Y entonces añadieron unos arreglos que duran tanto o más que la parte con letra. Hasta los arreglos, el tiempo no parece haber pasado por el tema, como decían en Vuelo 605,  podría, incluso,  servir, por ejemplo, para que una pareja se marcara un baile lírico en el programa Fama, de la cadena Cuatro. Pero los arreglos la precipitan en la noche de los tiempos , en concreto hasta 1970, año de su publicación. Ya sé, visitante, que caben dos, o empiezas a impacientarte y estás a punto de dejarme o quieres escuchar ya la canción para comprobar lo que digo. Sea, te dejo oírla una vez, pero no la pongas entera, salta, por ejemplo, desde los treinta segundos hasta los dos minutos y medio, no vayas a perder la curiosidad por impaciencia. Te doy el enlace a una versión de hace poco tiempo, que te servirá para comprobar que, a pesar de los años pasados, no ha perdido interés para otros cantantes. Es fea, como los bares temáticos, que han sustituido la acumulación de objetos curiosos por el encargo a una empresa que te monta una decoración aparentemente centenaria en una semanas. No hay ni que rascar para que desaparezca el baño dorado, el pelo sintético del rinoceronte, es que las viejas fotos son fotocopias y todo está mal escrito en otras lenguas. Con suerte, el  único mobiliario verdadero son los sanitarios Roca. Pero, no te asustes, visitante, que digo todo esto con la intención de hacerte sonreír. No soy tan intransigente, yo también intento a veces con todas mis fuerzas pasármelo requetebién en un Canterbury, pongo por caso, que al fin y al cabo es tan ficticio con el Bacarach o el Hemisferio. En realidad, a mi me gustan los bares con serrín y si tienen un plato de huevos duros, mejor que mejor. Si no, me pillo un palillo. Prefiero la compañía de los jubilados por incapacidad a la de los reos de la diversión. Aunque ya te he dicho que quizá digo todo esto en broma. En fin, que está versión es, por seguir con la programación de Cuatro, como los lavados de cara que le dan en unas pocas horas a las casas lo muchachos del programa Reforma.

Te doy el texto, que ya es hora:

Io lavoro e penso a te
torno a casa e penso a te
le telefono e intanto penso a te
”come stai?” e penso a te
”dove andiamo?” e penso a te
le sorrido abbasso gli occhi e penso a te
non so con chi adesso sei
non so che cosa fai
ma so di certo a cosa stai pensando
è troppo grande la città per due che come noi
non sperano però si stan cercando
cercando
”Scusa,  è tardi!”, e penso a te
”Ti accompagno”,  e penso a te
”Non sono stato divertente”,  e penso a te
sono al buio e penso a te
chiudo gli occhi e penso a te
io non dormo e penso a te
la, la, la, la, ......

Y ahora te vuelvo a dejar, que se nos está haciendo tarde y no es cosa de apurar las horas por una simple canción hermosa. Tus ojos lo son más y yo estoy cansado, porque he ido a comer a un sitio en el que te dan más de veinte platos, uno tras otro y casi todos con el mismo sabor. No llevo encima un hambre antigua, pero me cuesta ver cómo lo que llega a la mesa vuelve a irse íntegro. He comido un poco más de lo necesario. La compañía, eso sí, era excelente. te dejo otra versión, mejor que la de ayer, pero que también noto algo maquillada, inútilmente afectada, diría, aunque con más tino. Aquí quien piensa en aquel del que tal vez está enamorado es una mujer. El tercero incómodo es también un hombre. Están, pues, cambiados los pronombres, le telefono pasa a ser gli telefono y le sorrido, gli sorrido. En esos pronombres está la clave literal de la canción, son ellos los que aclaran que hay tres personas en juego. Un número fantástico, quizá el pilar básico del amor, pues se quiere en la medida en la que un tercero interpuesto da valor a la persona amada. Queremos lo que otro al que apreciamos quiere, amamos por persona interpuesta, presente o ausente. Entre tres se fragua el sentimiento (René  Girard, Mensonge romantique et vérité romanesque).

Visitante, abandóname ya, que yo a mí me abandonaría si pudiese. No naufragues conmigo en esta tercera jornada, que aún se deja la mar de agradecidas señas lisonjear y así nadando a la orilla puedes llegar. El recuerdo de tus ojos me ha de bastar.  Fatigando iba yo el italiano concento, más si cabe que el  intonso prado ameno mi can, cuando conmigo tropezó un aspersor, álgido por dentro y  por fuera de catadura pugnaz . De hito en hito lo miré, porque mientes paraba entonces en el gran hi de puta del prota de la tonada, no malandrín, que mínimo sería y casi pena procuraría. La vida al surtidor perdoné y de ti ,visitante, en pago a mi magnanimidad, merced requiero, que más allá de los de Úbeda cerros me voy . Quiero decir que en un texto tan corto como este que nos ocupa,  que a mí sólo creo ya me ocupa, tan breve como un cuento zen, es fácil que aparezcan personajes de cartón piedra, totalmente buenos o malos, completamente enamorados o desdichados. La novela es otra cosa, el territorio del matiz y, a menudo, de la ambigüedad. Pero, a pesar de la estrechez del texto, a Mogol le cupo un gesto, quizá de culpa,  que redime en parte al pecador. Me refiero a ese abbasso gli occhi e penso a te. Mañana intentaré dar fin, que más no puedo.  Antes la canónica te doy, pero en inglés.

Y este disparate en francés, por si aún a tus hermosos ojos les quedaban ganas de seguir el paseo:

2 comentarios:

  1. Pero qué versión más fea, ¿no, Melmoth? En fin.
    Me quedo con el original y te doy il mio canto libero. Ancora tu... ma lasciarti non è possibile, ma lasciarti non è possibile, pero ahora debo hacerlo, lo siento, me voy con Dylan a la Avenida de la Soledad.
    h.

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  2. Fantástico, Melmoth, tu escrito, pero la nueva versión sigue no mereciendo al original. Tengo una pequeña anécdota de ayer escrita, no sé si este maldito sistema me dejará enviártela. Si no, le engañaré vilmente, y te la mando a capítulos, cual novela por entregas.
    h.

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